¿Por que un Bachi Popular?

Fundamentación del Proyecto del Bachillerato popular

Nuestra manera de ver el mundo, nos obliga a denunciar las relaciones de opresión y dominación producto de la actual conformación del sistema; que como consecuencia generan exclusión social, desigualdad, y falta de oportunidades para un gran sector de la población, socavando sus posibilidades de desarrollo y su capacidad transformadora y crítica de la realidad.
La lógica hegemónica nos educa como seres pasivos aceptando “el lugar que nos toca en el mundo” como un hecho natural, lo que impide ver las relaciones económicas y de poder, produciendo la consecuente interiorización del mundo tal cual se nos presenta, apropiándonos de una cultura de la resignación.

Es por esta visión que tenemos de la realidad, que buscamos herramientas de una nueva socialización que permitan a todos y a todas darnos cuenta de nuestra capacidad de convertirnos en sujetos históricos, protagonistas de nuestra propia historia y no de la que nos es construida.

Consideramos que un bachillerato popular es una herramienta que aporta a la construcción de una nueva forma de analizar la realidad, con el objetivo final de transformarla. Pensamos en la educación, como una llave para que los seres humanos puedan conocer, cuestionar y transformar el mundo. La educación nos permite tener una conciencia crítica de nuestro hacer y de nuestro pensar. Creemos que la educación es esencialmente política, no existe educación neutra (toda educación tiene un ideal del ser humano y un proyecto de sociedad).

Los bachilleratos populares intentan iniciar la reflexión sobre algunos elementos de la educación, propiciando el debate en torno a un verdadero proceso emancipatorio.

La idea de un pensamiento popular esta vinculada al enfoque critico de los contenidos pedagógicos. Se trata de un acercamiento y un reconocimiento a las particularidades de los habitantes de la Villa 31. El Bachi intenta cubrir esa necesidad educativa que la escuela formal no contempla. Las instituciones educativas tradicionales mantienen una distancia cultural, social y pedagógica con quienes hoy no pueden concluir sus estudios secundarios.

Esta propuesta no trata de incluir al sistema existente sino de aportar elementos para su transformación, contemplando la complejidad de situaciones de aquellos que se alejan de la escuela formal.

Pedagogía Liberadora

Los bachilleratos centran su pedagogía - didáctica en la Educación Popular. Entendemos a la educación popular, como un proceso de conocimiento colectivo (educadores-educandos) en forma de diálogo (horizontal y participativo) desde una opción por las clases populares, para que con ellas, a través de una acción organizada, se logre romper con las relaciones sociales de dominación con el objetivo de construir una sociedad igualitaria, libre y justa. La Educación Popular debe ser concebida como un instrumento, para la construcción de Poder Popular, en el proceso de las luchas sociales de liberación. Es una practica pedagógica que problematice a la misma educación, siempre enriquecida con la participación de todos los actores involucrados en el proceso de enseñanza-aprendizaje.  Dirigida hacia la búsqueda del cambio social, tiene el propósito de que el proceso de cambio sea asumido por el pueblo.

Sin embargo, la EP no busca el cambio de unos por otros, es decir de explotados por explotadores, sino que busca superar dicha contradicción, es decir, que no haya opresores ni oprimidos.

La educación popular tiene dos momentos interrelacionados: uno en el cual los oprimidos van descubriendo el mundo de la opresión y se comprometen en la praxis; otro en el que una vez transformada la realidad opresora, esta pedagogía deja de ser del oprimido y pasa a ser la pedagogía de los hombres en un proceso de permanente liberación.

Esta practica pedagogica, parte de lo concreto, del mundo real de los sujetos de los sectores populares. El punto de partida de la educación debe ser el hombre, el hombre en situación; es decir, inseparable de la realidad. 

Parte de la práctica desarrollando un proceso de teorización sobre esas prácticas, no como un salto a lo "teórico" sino como un proceso sistémico, ordenado, progresivo y al ritmo de los participantes, que permita ir descubriendo elementos teóricos e ir profundizando de acuerdo al nivel de avance del grupo, lo cual permite ir ubicando lo cotidiano, lo inmediato, lo individual y parcial dentro de lo social, lo colectivo, lo histórico, lo estructural, llegando paulatinamente a adquirir una visión totalizadora de la realidad. Luego se regresa a la práctica para transformarla, mejorarla y resolverla.

Desde su método se apunta a la humanización, que comienza con la conquista que el hombre hace de su palabra. “Decir y escribir su palabra”. “Ser dueño de su propia voz”. Construcción participativa, democrática, dialogal y horizontal, opuesta a los esquemas de la educación monologal.

El decir la palabra no es un privilegio de algunos sino derecho fundamental de todos. Pero nadie dice la palabra solo. Decirla significa decirla para los otros, significa necesariamente un encuentro de los hombres. Por eso, la verdadera educación es diálogo.

La EP tiene como objetivo que los educandos se asuman como protagonistas de su aprendizaje y puedan formar su opinión personal, al poder compartir la de otros, respetando saberes previos. Todos y todas APRENDEN y todos y todas ENSEÑAN.

Es en la práctica social, de donde surgen los conocimientos y es, en la transformación de esa práctica, donde se constata la objetividad, la realidad, la verdad del conocimiento. Por ello, es que si bien la práctica sirve de base a la teoría; esta a su vez,  sirve a la práctica para entenderla y transformarla. Esta articulación entre las manos (actuar) y la cabeza (pensar) es la yunta que impulsa al carro de la historia. El núcleo del método dialéctico - acción- reflexión- acción o práctica-teoría-práctica se ha complejizado y enriquecido con elementos como la cultura, lo subjetivo, lo particular, las estrategias de aprendizaje, de construcción de conocimientos y de valores, etc.
Por último, tenemos presente lo mismo que nos dijo Freire "la verdadera realidad no es la que es, sino la que puja por ser". Sin esperanza, no podemos ni siquiera empezar procesos transformadores. La desesperanza es lo mismo que quietud, inmovilismo, mantener el statu quo. La esperanza necesita de la práctica, de la acción para no quedar en un simple deseo. La esperanza necesita hechos para convertirse en realidad histórica.